El proceso de investigación
acerca de la Historia conlleva una serie de pasos o etapas muy parecidos a otras
disciplinas de búsqueda cognoscitiva, generalmente denominadas como el método
científico.
Toda investigación tiene tres
grandes etapas: búsqueda de información, procesamiento de la información y
difusión de los resultados del proceso. Tradicionalmente,
desde que Leopold Von Ranke estableciese el método de investigación positivista
de la Historia, el investigador realizaba la búsqueda heurística en fuentes
documentales primarias; para posteriormente, mediante las técnicas de la hermenéutica
evaluar dicha información y producir un conocimiento acerca del evento
histórico. A continuación era necesario producir un documento escrito que sería
sometido a la crítica pública por colegas y la comunidad en general.
El siglo XXI ha traído cambios
sustanciales en el proceso; por un lado, la búsqueda no se realiza en mohosas y
obscuras bibliotecas dado que la Internet y el masivo proceso de digitalización
de documentos de alto valor facilita búsquedas electrónicas mediante ficheros,
programas de correlacionamiento lógico, buscadores digitales, entre otros.
La llegada de los registros
audiovisuales a principios del siglo XX, en especial desde la denominada primera
guerra mundial, forzó a extender el criterio de documentos primarios mas allá
de la simple palabra escrita. Hoy es necesario e incluso imprescindible al
estudiar la historia del siglo XX, verificar la extensiva “documentación”
audiovisual disponible en archivos fílmicos nacionales (por ejemplo: Tiuna
Films, Bolivar Films; etc.) como extranjeros (BBC, War Archives del Reino Unido,
Library of Congress de los EEUUA, TVE, etc.).
Por otra parte, el análisis hermenéutico
se ha visto facilitado considerablemente por la existencia de diversos
programas diseñados para el análisis de contenidos, establecimiento de líneas
de tiempo, relacionamiento lógico, técnicas de análisis y correlación causa
efecto, entre otros; para el investigador es mucho más fácil el organizar la
información que antes, e incluso evaluar la influencia de ciertas categorías en
los resultados de la investigación.
La mayor revolución en materia de
historiografía viene dada por la facilidad actual de exponer los resultados de
la investigación, a través de diversas formas de expresión como líbros
electrónicos, blogs, portales y páginas web, formatos interactivos y lo más
impactante: audiovisuales para la televisión.
Desde la primera mitad del siglo
XX se utilizaron documentales audiovisuales sobre eventos históricos con fines
de propaganda, de información y de entretenimiento como diversas películas de
la denominada historia novelada con mayor o menor rigor académico. La mayoría
de estos documentales históriográficos no alcanzaba a ser diseminados por los
principales medios de entretenimiento de masas, quedando relegados a canales de
televisión llamada “pública” en el mundo anglosajon, capitalista. Esto se
revolucionaría con la llegada de History
Channel el primero de enero de 1995, el cual a pesar de la crítica de la “academia
institucionalizada” ha logrado una penetración nunca vista en canales
televisivos de la denominada clase educativa, siguiendo el éxito previo de Discovery Channel y de National Geographic.
Hoy es totalmente válido y hasta
deseable, producir documentos historiográficos en formato televisivo; dadas las
necesidades de programación de calidad que atienda realmente a una de las tres
funciones teóricas de la televisión (entretener, informar y educar). Las nuevas
generaciones están más motivadas a la adquisición de información a través de
formatos de video, tanto en televisión abierta o de suscripción; como en
formatos digitales compatibles con la Internet; de ahí la importancia de
considerar la difusión de investigaciones académicas, a través de medios radicalmente
diferentes del texto escrito que nos ha acompañado por los últimos cincuenta
siglos.
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